UNAS REFLEXIONES ANTES DE PONERSE DELANTE DE EL GRECO
El diálogo que debe generarse entre un cuadro y el espectador que se pone por delante, puede ser fácil y es cuando pensamos que lo que tenemos delante nos gusta, o puede no serlo y es cuando debemos intentar conocer algo más del artista, de su época y del entorno que lo rodeó. Este es el caso del Greco.
Un autor que no es español, pero que no puede estudiarse fuera del contexto de la pintura española, ni fuera de la época histórica que le toco vivir: LA ESPAÑA DE FELIPE II. No lo entenderemos si no conocemos:
– Su estancia en los monasterios moldavos (VORONET).
– Su etapa veneciana donde aprende a valorar el color sobre el dibujo.
– Su etapa romana donde reacciona contra el manierismo, pero donde conoce a Castilla y Montano.
– Su filiación a la FAMILIAS CHARITATIS (FAMILISTAS).
– Su venida a España donde es poco aceptado por las instituciones, pero donde su bizantinismo se encuentra próximo a unas capas sociales que le entienden y a las que él se encuentra más cercano.
Su bizantinismo podemos encontrarlo en: Un especial sentido del color, unos rostros de caracteres griegos, una repetición de personajes y actitudes tan del gusto oriental, el ritmo ondulante de las composiciones, una falta de perspectiva profunda y un aflorar de la vida interior de sus personajes.
En Venecia se hizo más pintor y colorista que dibujante. Ilumina sus formas alargadas y retorcidas con una luz fantasmagórica que al contemplarlas te parece estar ante una escultura barroca de BERRUGUETE.
El espectador del siglo XXI cree tener delante la evidencia del mundo sobrenatural a través de la expresión y la actitud de los personajes en cuyos ojos asoma lo que los místicos llamaron “ EL MISTERIUM TREMENDUM” que arrebatará a Sta Teresa de Jesús y a S. Juan de la Cruz.
También, al ponerse delante de un greco, hoy es fácil ver como eran los españoles que vivieron el cambio del XVI al XVII y el tiempo posterior al Concilio de Trento porque su alma mediterránea le va a llevar a entenderá la española con la que sintoniza en una escala de valores que lleva a:
– Tener el mismo sentido trascendente y trágico de la vida que tenemos en Unamuno.
– Un apego a la realidad que lo vimos en el Arcipreste de Hita.
– Un sentido del YO personal que vemos en cada uno de los españoles.
– Una voluntad pasiva y de sometimiento a Dios que heredamos del Islam.
Si tuviéramos que resumir, cosa que siempre es muy difícil, diríamos que El Greco libera al hombre de ese destino de semidios que le da Miguel Ángel al desligarlo de la servidumbre a un cuerpo carnalmente perfecto para hacerlo arder en una espiritualidad ascendente del que saldrá triunfante el espíritu.
Si nos ponemos delante de su autorretrato siendo mayor, vestido con un jubón con pieles de burgués donde nos mira de frente, triste, benévolo y socarrón, es difícil no oír su voz cuando dice….EL QUE VIVE ENTRE HOMBRES HA DE TENER LA ASTUCIA DE LA SERPIENTE. Solo así entenderemos como fue capaz de vivir la mitad de su vida en un Toledo tan intransigente sin tener problemas como extranjero, como familista y puede como homosexual aunque esto último pertenezca al reino de la especulación.
TODO ESTO LO PENSAMOS DELANTE DE LA OBRA DE UN ORIENTAL EN LA CORTE DE FELPE II QUE FUE CAPAZ DE ABRIR UN CAMINO PARA QUE LUEGO LO SIGUIERAN VELÁZQUEZ, GOYA Y PICASSO.
Ponente: Concha Martínez López. Presenta: Ángel Pacheco Claros.