EL BLOG
—DESDE QUE COMENCÉ a dotar de contenido Entre los sauces —hace ya dos años y medio— he intentado ir “colgando entradas”, páginas, artículos, galerías de imágenes, y novedades que pudieran suscitar la opinión, el intercambio de ideas, tal vez crear cierto tipo de controversia, todo ello con el fin de crear una ventana abierta a la comunicación. Los que nos hemos incorporado, recientemente, a este nuevo sistema de transmisión de ideas y pensamientos esperamos con verdadero interés los comentarios a nuestros escritos. Son como una recompensa al esfuerzo entregado en una “entrada” de creación literaria. Pero, más allá de la motivación que los mismos significan, pienso que esos comentarios son importantes para el crecimiento del tráfico y posicionamiento online de los blogs.
—Hombre, un blog sin comentarios o con la sección de comentarios bloqueada, más que un blog es una página web. La gran diferencia con el resto de los medios tradicionales de comunicación es que la plataforma puede permitir una interacción directa con los lectores como ninguna otra hasta el momento lo hace. En eso reside una de las características que han convertido al arte en un medio de vida para muchos dueños de blogs. Si el que gestiona el blog establece el “contacto” con los lectores, esos lazos se traducen en “la vida y la autonomía” del propio blog. Pienso yo.
—Creo que seguimos (cosa extraña) los mismos planteamientos. Una “entrada” o post expresa una opinión personal que busca compartir, pero también generar, algo: acción-reacción, o simplemente aquiescencia o rechazo, pero al fin y al cabo comunicación. Algunos amigos y compañeros que mantienen sus blogs me han comentado que la escasez de comentarios puede deberse a varios factores: la timidez (cosa que dudo, dado que la intimidad y el alejamiento físico del lector del blog le permite la libertad de expresarse y opinar con suficiencia), la “resistencia” a la identificación: «¿Ahora voy a ponerme a dar mi e-Mail para escribir una o dos líneas?… Paso» (este factor puede que esté más cercano a la realidad, en mi opinión). Y, por último, por simple comodidad frente a un texto que, en la mayor parte de los casos, puede que lo consideremos neutro o simplemente irrelevante.
—No obstante, cuando recibimos los “anhelados y esperados” comentarios hemos de ser consecuentes con todo lo dicho anteriormente y contestarlos. Hay muchos blogueros (permíteme la expresión como préstamo lingüístico del inglés, a pesar de que ya el DRAE rocoja la palabra) que leen los comentarios recibidos y punto. Dar una respuesta a alguien que se ha molestado en contactar con nosotros no es sólo “cortesía virtual”, sino también una demostración de nuestra presencia: detrás del blog hay una persona real. Y posiblemente esas respuestas animarán a otros a generar un posible intercambio de opiniones, generando una cadena de comentarios variada y enriquecedora.
—Amén.