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Agua, Poder, Arquitectura. Las Fuentes Públicas en la Andalucía de la Edad Moderna
Fecha de publicación: 20 Abr 2017

Agua, Poder, Arquitectura. Las Fuentes Públicas en la Andalucía de la Edad Moderna

Publicado por Ateneo de Motril

4. Fuentes y discurso simbólico

Como centros esenciales de la vida cotidiana las fuentes se convirtieron en vehículos idóneos para transmitir mensajes ideológicos a través de su tratamiento monumental y su decoración. Por ello no faltan nunca o casi nunca laudas conmemorativas o extensas epigrafías que vinculan su construcción o reedificación con los poderes locales y la Corona. Son también habituales la heráldica regia, local y del corregidor de turno. De esta forma, las fuentes se convierten en instrumentos de legitimación y exaltación del rey, orgullosos emblemas locales y piedra de toque de la gestión municipal. Ese mismo tono laudatorio y triunfalista se emplea también, lógicamente, en las fuentes promovidas por titulares de señorío.

fuente santa

También para el pensamiento devocional contrarreformista las fuentes fueron lugar de adoctrinamiento. De ahí que fuese habitual colocar junto a ellas elementos devocionales como cruceros o imágenes marianas exhortando al pietismo popular. Otras veces el mensaje simbólico teológico podía vincularse por completo al propio acuífero. En este sentido cabe destacar el caso de la Fuente Santa de Loja. la Fama curativa de su acuífero sulfuroso congregó grandes multitudes en el siglo XVI, para bañarse y sanar de sarna, tiña o lepra, hasta el punto de ser el primer centro hispano en embotellar y vender agua. En 1576 el cantero Domingo Hernández labró una fachada clasisita con dos estanques laterlaes que, aunque reformados en 1788, conservan sustancialmente su forma primitiva. Lo que no se ha conservado fue el relieve pétreo del cuerpo central, dedicado al bautismo de Cristo, obra realizada por los hermanos Melchor y Miguel Raxis en 1577 (debemos el dato a la generosidad del profesor Gila Medina), y que venía a sancionar el carácter salvífico del agua, material y espiritual. Paradójicamente, cayó en el olvido poco después, dado que la afluencia excesiva de personas terminó por acrecentar los contagios.

Pero lo que más interesa destacar es el extraordinario valor de las fuentes como elementos de difusión de la rica cultura emblemática y simbólica de los Siglos de Oro. Su condición a veces mixta entre arquitectura y ornamentación escultórica permitió la creación de complejos programas cívico-políticos, para exaltación de la Corona y de los orgullosos poderes ciudadanos. Hé aquí, en este sentido, algunos ejemplos muy dignos de mención:

4.1. La Fuente de Génova, en Málaga

fuente genova

Es obra genovesa de dos pilas superpuestas, colocada en 1554. Su estanque circular es obra más tardía, realizada por Miguel del Castillo en 1790. La base está formada por sirenas, que sostienen una columna en que se apoyan tres bellas nereidas, figurando la dialéctica entre el peligro y la seguridad de las aguas. Sobre ella, la primera taza y el segundo vástago, labrados por José Micael Alfaro en 1637 (sin poder precisarse si se trata de una restauración de piezas perdidas o un añadido ex novo), representan a Neptuno, Anfítrite y Portuno, simbolizando el carácter portuario de la ciudad a través del dios de los mares, su compañera, madre nutricia, y el dios de los puertos. La segunda taza escamosa (agua marina), con escudos de España y Málaga, tiene como remate 3 niños báquicos con delfines y uvas, acaso aludiendo al comercio de los vinos malagueños; en su culmen, un águila, dieciochesca, que pudo sustituir al águila de Carlos V. Dice la leyenda que el emperador mandó hacerla a maestros genoveses y que, capturada por piratas y recuperada después por Bernardino de Mendoza, ordenó que una parte se quedase en Málaga y otra fuese a la casa de don Francisco de los Cobos en Úbeda. Algo de verdad pudiera haber en este relato, a tenor del gran parecido de esta obra con respecto a la Fuente del Águila que estuvo en la casa de Campo de Madrid, y hoy luce en los Jardines del Moro, obra atribuida al genovés Angelo Montorsoli.

4.2. El Pilar de Carlos V en la Alhambra de Granada

elemento pilar carlos

Fue trazado por Pedro Machuca en 1545, como preámbulo, al igual que la Puerta de las Granadas, del gran palacio de Carlos V, a instancias de don Íñigo López de Mendoza, tercer marqués de Mondéjar y alcaide de la Alhambra. La decoración de su monumental frontis articulado en tres cuerpos, con apilastrados dóricos, fue a cargo del escultor Nicolao da Corte, quedando terminado en 1548, aunque algunas piezas, como los tondos, fueron sustituidas en 1624 por obras de Alonso de Mena, con motivo de la visita regia de Felipe IV. Se trata de cuatro medallones basados en la Emblemática de Alciato: los hermanos Frixo y Hele sobre el Vellocino de Oro (imago mysticae honoris), Dafne perseguida por Apolo (a sole fugante fugit), Hércules y la Hidra de Lerna (non memorabitur ultra) y Alejandro Magno sobre el Bucéfalo (non sufficit orbis), aludiendo, respectivamente, a la Orden del Toisón, la corona de laurel, la genealogía de los reyes hispanos y la heroización del monarca. Completan el conjunto el escudo imperial con el lema Plus Ultra, genios marinos (ángeles abrazando delfines) y acuáticos (niños con caracolas), divisas imperiales, las armas de Borgoña (aspa, pedernal, eslabón y corona del Toisón), escudos de la Ciudad (granadas) y de los Mendoza, así como mascarones que aluden a ríos granadinos y estaciones del año: Genil o estío, con haces de trigo; Beiro o la primavera, por las frutas; Darro u otoño, por las cepas de vides.

4.3. La Fuente del Rey, de Priego de Córdoba

fuente del rey

También llamada de la Virgen de la Salud, atendiendo a la acción benéfica del agua y la imagen de la Virgen de la Cabeza que presidió su muro. Se construyó en forma de pilar adosado en torno a 1586, por el maestro Juan de Ochoa, bajo el influjo directo de Francisco del Castillo el Mozo, y con el trabajo material del cantero Alonso González de Bailén. Fue ampliada en 1632 con dos estanques, bajo la dirección de Juan de Aranda, pero la disposición actual de los mismos deriva de las reformas introducidas en 1803 por Remigio del Mármol, con la colaboración escultórica de José Álvarez Cubero: tres estanques, el superior centrado por un león de jaspe negro (ya existente en el XVII, renovado en 1770), el central con el grupo de Neptuno y Anfítrite y el inferior en la zona de confluencia con el río. Presenta un doble ciclo iconográfico: la fuente de la Salud, en sentido estricto, cuenta con grupos en relieve, alusivos a Neptuno y Anfítrite, la Hidra y la Gorgona: un tópico renacentista en clave moralizante basado en la metamorfosis de Ovidio, que alude al alma que anhela el placer y la felicidad, pero que desbordada por las pasiones puede llevar al rapto y a la lujuría (Anfítrite y la Gorgona, amadas por Neptuno) generando el mal (la Hidra), subordinándose este programa amoroso a la Virgen de la Salud como fuente de vida. Por su parte, los estanques de la Fuente del Rey ostentan un ciclo marino: un mascarón representa al Océano como padre de los ríos y otro a su primogénito Aqueloo; los 139 caños que representan a otros tantos ríos, de entre los 3000 de la tradición clásica; el grupo de Neptuno y Anfítrite sobre un carro con dos relieves, uno amoroso (Venus y Cupido) y el otro cinegético (Diana y dos perros, alusivos a Orión, hijo del dios Marino).

4.4. La Fuente de Bibarrambla o de los Gigantones, en Granada

fuente bibrambla

Aunque su procedencia es claustral, hacemos en fin mención de esta bella fuente centralizada de hacia 1630 por su programa iconográfico, reflejando hasta qué punto la iglesia contrarreformista permitió y avaló en círculos restringidos la perpetuación de símbolos de carácter mitológico y humanista. Un pedestal alusivo a la salvación mediante la regla monástica agustina, con relieves que simbolizan la orden que promovió la pieza (puerta y corazón) y el principio y fin de los tiempos (sol y luna), recibe el peso de la primera taza o pila, apoyada sobre cuatro tritones, seres anteriores al tiempo de la Iglesia, purificados o bautizados por el agua. El segundo pedestal se orla con relieves alegóricos de virtudes monacales: la Caridad -niño con frutos-, la Fortaleza -con coraza-, la Vigilancia -con un gallo- y la Abundancia -con una cornucopia-. Sobre ellos viene la segunda taza y un tercer pedestal con cupidos o alegorías del Amor Humano y Divino, símbolo agustino por excelencia: un niño lleva la antorcha encendida, otro los ojos vendados, otro lanza la flecha y el último recoge los frutos con la hoz y un saco. El remate esférico final sustenta una efigie marmórea de Neptuno, dios fluvial cuya composición aquí evoca la iconografía tradicional del Resucitado, dando a entender el sentido salutífero, para el cuerpo y el alma, de la fuente.

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