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A Frederick Neville Mars
Fecha de publicación: 17 Ene 2017

A Frederick Neville Mars

Publicado por Ateneo de Motril

Hace unos años, paseando por Plaza Nueva, con el invierno asediando nuestros pasos, Frederick Neville Mars me comentaba sus andanzas por la Granada de los años sesenta. Él, un rubio veinteañero inglés que, por entonces, estudiaba español, estuvo viviendo en la actual pensión Márquez de la calle Fábrica Vieja, a la que volvía cuando se lo permitían sus ahorros.

Recitaba, de memoria, versos de García Lorca mientras saboreaba un buen vino al que, casi nunca, acompañaba de su correspondiente tapa: no le parecía apropiado, la mezcla era como un insulto para el preciado caldo…eso sí, la compañía perfecta era un cigarrillo Benson & Hedges, o Rothmans, en su defecto.

Le conocí en abril de 1993. Frederick Neville era profesor de lengua española en el Colegio ‘Saint Edward’ de Liverpool (Inglaterra) desde 1968, hispanista y lorquiano empedernido, organizaba intercambios de alumnos con centros de Guadix y Baza, pero ese año había comenzado a hacerlo con Motril, donde yo daba clase de Inglés en el Instituto ‘Francisco Javier de Burgos’.

Su pasión por la cultura española y sus verdaderos ‘arrebatos’ con la poesía lorquiana le llevaban a ‘renegar’ de su primer nombre, Frederick, por el de Federico, como quería ser llamado cuando pasaba temporadas en Granada. Observar cómo se iban empañando sus ojos azules cuando le daba por recitar el “Romance sonámbulo”: Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas… era un verdadero espectáculo para el alma. También le encantaba el portugués, que hablaba correctamente, leía frecuentemente a Pessoa, Coelho y Saramago, y se emocionaba, profundamente, con los fados de Amalia Rodrigues.

Mantuvimos los intercambios entre Liverpool y Motril durante años, hasta el curso 2001-02, y disfruté de estancias inolvidables en su casa de Derby Lane.

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En 2003 Federico se jubiló, voluntariamente, pero siguió dando clases de lengua portuguesa, a tiempo parcial, en su centro de Inglaterra. También se había matriculado en una academia de West Derby para aprender chino mandarín… Era un verdadero personaje, un conversador amenísimo, y un amigo entrañable.

El 5 de diciembre de 2007, en su querida Liverpool, emprendió su camino al infinito. Hoy, revisando antiguas fotografías y escuchando los acordes de “Maggie”, una de sus canciones folk favoritas, le he recordado con especial cariño:

They say we have outlived our time, Maggie,
as dated as songs that we’ve sung,
but to me you’re as fair as you were, Maggie,
when you and I were young.

 

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